Vida mía, a tu interrogante resulta difícil responder de manera satisfactoria. Miles de poetas, escritores, científicos, filósofos y compositores de canciones, lo han tratado de definir y no lo logran plenamente. ¿Cómo pretendes que yo lo explique si soy sólo una mujer sin luz? Sin embargo, te puedo decir que el amor es algo así como la afinidad de vibraciones.
Cuando dos seres vibran en la misma frecuencia, se aman. Al contrario de lo que pasa con la electricidad, donde dos polos iguales se repelen y dos diferentes se atraen. Pero el amor no es únicamente vibración idéntica, también es deseo de dar y servir sin interés de recibir algo a cambio; sólo agradar al ser amado. El amor lleva implícita su recompensa.
Si me lo permites, te voy a decir lo que considero que es el amor más difícil: El amor a Dios. Seguramente Él nos ama sin límites, pero nosotros para amarlo queremos pruebas de que existe. Y lo buscamos en los templos, en las montañas, en el mar; arriba, entre las estrellas... en cualquier parte, menos en nuestro corazón que es donde hizo su Santuario.
El amor entre tú y yo debemos tomarlo como una manifestación de Su Voluntad. Y es así, ya que igual nos ha enseñado a amar los amaneceres y atardeceres luminosos, el esplendoroso del medio día, las noches… las piedras preciosas y las simples, las que forman los cimientos de nuestras chozas; las plantas gigantescas y las pequeñitas; los animales domésticos, los salvajes… la calma y la tempestad.
Dios nos ha enseñado a amarnos aún separados por miles de kilómetros. Para nuestro amor no existen ni el tiempo ni la distancia. Somos dos seres que se aman en la excelsa quietud de la Eternidad.
Tuya, Isabel.
28/09/10
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