sábado, 8 de junio de 2013

¿Y Nuestra Cita?

Ataviada de tenues aromas y rubores, en contraste con la ilusión de mi ocaso, acudí puntual al lugar donde acordamos reunirnos. Pero pasan los minutos, llegó a su fin la hora convenida y no apareces.

Tu demora se me va haciendo eterna como la luz de junio. Sin embargo, anhelo verte llegar y prolongaré esta espera hasta que el sol  se duerma en el horizonte.

Valiéndome del mutismo de la estancia y del momento, eché al vuelo mi imaginación e intenté adivinar la causa de tu tardanza a nuestra cita. ¿Quizás olvidaste que hoy es un día especial para nuestro amor y que aquí te espero, vida mía? No se me ocurre pensar otra cosa.

¡Ay…! La impaciencia me provoca mudos sollozos y mirar a mi costado, a tu lugar que continúa vacío. Murmuro tu nombre seguido de un “te quiero” y el eco fugitivo de mi voz, rasgó aquel silencio remachando hasta fenecer ahogado en algún rincón, te quiero, te quiero, te quiero...

Nota: Dejé clavado el dolor de mi desencanto, en el último te quiero.

ISABEL.
08/06/13

1 comentario:

Orlando Francisco Menéndez dijo...

¡Oh,... qué buena prosa poética!
Me enojé con ese fullero que te dejó plantada.