Tu demora se me va haciendo eterna como la luz de junio.
Sin embargo, anhelo verte llegar y prolongaré esta espera hasta que el
sol se duerma en el horizonte.
Valiéndome del mutismo de la estancia y del momento, eché al
vuelo mi imaginación e intenté adivinar la causa de tu tardanza a
nuestra cita. ¿Quizás olvidaste que hoy es un día especial para nuestro amor y
que aquí te espero, vida mía? No se me ocurre pensar otra cosa.
¡Ay…! La impaciencia me provoca mudos sollozos y mirar
a mi costado, a tu lugar que continúa vacío. Murmuro tu nombre seguido de un “te
quiero” y el eco fugitivo de mi voz, rasgó aquel silencio remachando hasta fenecer ahogado en algún rincón, te quiero, te quiero, te quiero...
Nota: Dejé clavado el dolor de mi desencanto, en el último te quiero.
Nota: Dejé clavado el dolor de mi desencanto, en el último te quiero.
ISABEL.
08/06/13
1 comentario:
¡Oh,... qué buena prosa poética!
Me enojé con ese fullero que te dejó plantada.
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