¡Qué tarde! El sol de junio enamorado,
fogoso se aplastaba al pavimento;
yacía sensual, loco, extasiado,
transpirando pasión, gozo y tormento.
–Ven a descansar bajo mi follaje, –
me ofrece un árbol de aquella avenida.
Como al calor sufro hasta en mi lenguaje,
acepté su invitación, enseguida.
Y de pie, en sus desnudas raíces,
desamarré uno de mis sueños. Fui ave
que abrió sus alas y en vuelos felices,
tejió entre sus ramas un nido suave.
Y desde él observé la vida errante,
con la mirada abracé su reflejo.
Todo en las alturas es un instante
escaso en dimensión. Sólo un bosquejo.
con la mirada abracé su reflejo.
Todo en las alturas es un instante
escaso en dimensión. Sólo un bosquejo.
ISABEL
15/06/2013
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