Fueron mías sus
fervientes caricias
y la miel que
de sus labios brotaba.
En sus brazos
conocí mil delicias.
¡Cuánto las
disfruté! Él me abrasaba.
Me abrasaba con
sus besos y ardicias,
chispas al
deseo que despertaba...
Como embrujo de
mi sed y codicia,
mi vida dio
color, porque lo amaba.
Lo amaba, sí.
Sin caer en errores,
hizo mi vivir
sucursal del cielo.
Radiante y
alegre como las flores.
Las flores del
vergel de lo que anhelo
a su recuerdo
ofrezco con loores.
En esta fría noche... De desvelo.
En esta fría noche... De desvelo.
ISABEL
04/01/12
2 comentarios:
Muy bello soneto. Cariños.
Muchas gracias por tu cariñoso comentario.
Recibe mi abrazo.
Publicar un comentario