viernes, 29 de abril de 2011

Una carta para ti

Amor: Hoy he querido escribirte. No para confiarte algún gran suceso, sino mi sentir y en recuerdo a la costumbre bella que tenías de enviarme cartitas. 

Tal vez sea debido al intenso calor de anoche o a la tensión que me ha sometido un problemilla recurrente, el caso es que me levanté sin fuerzas.  Fue hasta por la tarde cuando el Sol se ocultó tras enorme nube, que salí de casa para animarme con el frescor de la hora y despejé mi mente.

Me encaminé hacia el parque que tú y yo solíamos frecuentar. Busqué nuestra banquita y al sentarme en ella decidí disfrutar del bello lugar y observar a los transeúntes. Frente a mí desfilaron mamás con sus pequeños, jóvenes estudiantes, adultos que seguramente salían de trabajar y parejitas de enamorados haciéndose arrumacos. Los miré con algo de envidia y suspiré evocando el inicio de nuestra historia. ¡Ah, qué tiempos aquellos!

Cuando nos conocimos yo laboraba en una oficina agrícola que frecuentabas en tu carácter de reportero para recabar la información que llevarían tus notas. Tu agudeza intelectual y amena charla me cautivaron y nació nuestra amistad. Tu amistad fue lo más extraordinario y maravilloso que me pudo haber ocurrido, pues te convertiste en mi maestro y guía, en mi consejero, en mi apoyo moral… y con el tiempo, en mi compañero de vida.

A tu lado aprendí a valorar un amanecer, una luna naciente, el sonido de la lluvia, el rumor del agua golpeando suave las piedras de un arroyo, la luz intermitente de las luciérnagas, la caída de un meteorito fugaz, la fragancia de la rosa, el vuelo de un colibrí. Gracias a ti, aprecio más la luz del sol y el aire que respiro. Amo el suelo que piso, a la gente que me saluda y a la que no.

Sin ti, no sé qué hubiera sido de mi vida. Quizás anduviera inconsciente, altiva, vanidosa y despectiva ante las maravillas que a diario se presentan.

Cuando llegó el momento en que debiste marchar al infinito, quise que te acompañara mi cariño y te pedí que en algún astro del Universo te detuvieras a esperarme, para que juntos y de la mano, continuar el gran viaje.

Ni el tiempo ni la distancia me han hecho olvidarte

ISABEL
29/04/11

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