Tu atrevido beso quedó
turbado
después de probar
el dulzor de mis labios.
En ellos quedó prisionero,
En ellos quedó prisionero,
a perpetuidad.
En esencia, el castigo
lo provocó su osadía.
Y se le obliga a eternizar,
ese roce que cimbrara mi cuerpo
y me cortó aliento.
“No te lo voy a devolver”,
sentenció mi boca
al apartarse de la tuya.
“No me inquietará
ni me conmoverá
si llegara al delirio
pretendiendo escapar,
pues no hay recurso
para redimirlo.”
Tu beso perdió su libertad
y en trémula prisión purga
condena.
Vive cautivo en mi boca.
¡Qué delicia es llevarlo
preso!
ISABEL
21/04/11
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