mi existencia transcurría,
hasta que pude encontrar
un alma como la mía.
en el camino adheridos.
y con la gran esperanza
de saberlos compartidos.
Hoy siento y no es utopía,
que por fin he conocido
al hombre que requería
mi corazón malquerido.
Y aquel piélago agitado
que a mi fortaleza hería,
tornase en lago encantado
del que mana mi alegría.
¡Ay, qué dicha... Pude hallar,
un alma como la mía!
ISABEL
25/02/10
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