No sé por qué cuando hablábamos
de la despedida, del inminente adiós,
no le dije a mi fiel compañero:
Pero antes de que nos separemos
concédeme una emoción de contento
en un abrazo cálido e inolvidable,
regálame la caricia de un suspiro
que se aloje para siempre en mi cabello
y lo lleve como flor de enamorada.
Y en una larga noche de pasión,
envuélveme en un beso eterno...
Luminoso como la luna de octubre,
para no cultivar obtusos pensamientos
y evitar las amarguras
que acarreen las soledades.
ISABEL
25/10/16
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