arrasó a toda la zona
cantando alto y entonado,
el huapango "La Llorona".
Después mostró con donaire
la pasión de sus sollozos,
los que recogiera el aire
con sinigual alborozo.
Y se lavaron cornisas,
aquietó al feroz verano...
Y a las letras insumisas
que jugaban en mi mano.
Cesó el canto de repente
de ese chubasco impetuoso,
pero dejó en el ambiente
un aroma delicioso.
ISABEL.
28/07/15
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