.
Cuando logré serenarme, ya no maldije; y decidí poner en práctica, lo que la razón me aconsejaba siempre que regresaba: que abandonara el papel de mártir que tan mal me va, poniéndole un hasta aquí, a sus molestas idas y vueltas.
Sí. Esta vez decidí sacarlo de mi vida y para siempre.
Tan pronto como se pudo consulté a mi dentista, quien con sus diestras manos me liberó de ese perverso huésped que reaparecía sólo para mortificarme.
27/07/15
No hay comentarios:
Publicar un comentario