martes, 6 de enero de 2015

Regalo de Reyes.

Ese utópico deseo
que en la penumbra de mi alcoba
tanto había acariciado, fructificó...
Por fin bebí su beso.

     Néctar íntimo y embriagador
     de efectos inigualables,
     te gocé por horas
     sin recato y sin testigos.
    
     Hoy te dilatas en mi mente,
     como lágrima de rocío
     que se prende a la orilla
     de alguna hoja de árbol...
     Para prolongar lo vivido.

Sí. Aquel ilusorio beso de su boca
que delineara con casto empeño,
lascivamente jugueteó en mis labios
la noche de anoche
cuando soñaba...

    Mientras plácidamente
dormía.

ISABEL
06/01/15

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