martes, 1 de febrero de 2011

Amorosa súplica



Camina suave por mi edén
para no maltratar las rosas,
que sus pétalos de satén
envanecen a las hermosas.

Y cuida de no lastimarlas
al cortar sus tallos y espinas.
Sé como la brisa y mimadlas,
con manos hábiles y finas.

Ay, las flores, querido mío,
tienen el corazón sensible.
De pena mueren con el frío.
Las conforta el sol apacible.

Algo similar me sucede
y lo mencioné en su momento,
mi pobre alma vivir no puede
sin tu calor y tu contento.

Amor, quédate aquí, conmigo,
la rosaleda es mi morada.
Hagamos al cielo testigo,
de nuestra pasión... desbordada.


ISABEL
01/02/11.

1 comentario:

Blas Garcia Clemente dijo...

Hola Isabel.-Este poema queque has escrito, lo vi nada más ponerlo tu en el blog y lo he encontrado precioso y muy sentido.
Estaba deseoso de verlo en Isabráis. Te felicito.