Cuando me acuerdo de ti
se oprime mi corazón,
porque sé que no te di
el fuego de mi pasión.
Pero estés en donde estés
te servirá de consuelo
recordar que alguna vez
fuiste la luz de mi cielo.
Pues caminar de tu mano
permitió que viera el mundo,
de modo bello y humano
por tu saber tan profundo.
Tu voz llenó mis silencios.
Con tu hablar sabio y sereno
me enseñaste amar a Dios,
y a disfrutar lo terreno.
Ah si segura estuviera
que he de volver a encontrarte,
haría que tu alma entera
arda en pasión al amarte.
ISABEL
19/05/10
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