jueves, 19 de junio de 2025

Mira tú

Mira tú lo que son las cosas:
los besos que no te di ayer,
hoy son flores
y mariposas al viento.
 
Y las frases de pasión
que te escribí
en algún poema,
el viento las difunde,
las canta el cenzontle,
y las musita el colibrí
llevándolas lejos… para ti.
 
Mira tú lo que son las cosas…
 
ISABEL
19/06/25

domingo, 15 de junio de 2025

Eco de fantasías

Soledad,
percibo tu voz en mi cabeza,
bendiciendo mis fantasías
cual si fueran realidades.
 
¿Sabes?
No son más que ilusiones
que anhelaron ser flores.
Corolas ya deshojadas
que guardan el sutil aroma
de un recuerdo.
 
Y los marchitos pétalos
transmutan en mariposas.
Revolotean insaciables,
en torno a mis rosas.
 
¡Ah, soledad!
Si, como yo, vislumbraras,
de mi mente anochecida
saldrías sin demora,
para ver la luz viva
de mis fantasías.
 
ISABEL
15/06/25

sábado, 14 de junio de 2025

El poema inconcluso

El poema, aún dormido,
asoma a mi trasnoche,
se sirve un humeante café
y enciende el monitor.
 
Se revisa.
Entre sorbos de cafeína
y el susurrar del silencio,
une sus últimos fragmentos
al canto que el amor le dicta.
 
Y el poema se concluye,
como el café de su taza.
Satisfecho y completo,
suelta los versos al viento.
 
¡Se echa a volar!
 
ISABEL
14/06/25

jueves, 12 de junio de 2025

Con el sabor de mi sueño

La noche de anoche, me soñé en esta casa con don Alex, mi compañero, con mis tres hijos (entonces pequeños) y con Sócrates, nuestro perro.
 
Desperté con el sabor agridulce de mi sueño y con fuerte dolor de ausencias, dolor que conozco bien y que sólo el “analgésico” de la escritura, me tranquiliza. Así que, escribo… Y recuerdo.
 
Recuerdo aquellos tiempos. Yo, era aún joven y animosa. Estaba casada con un hombre bueno, honesto, culto, enfermo y pobre, de pobreza casi franciscana. Pero la escasez de dinero no apagó mi deseo de ser buena esposa, una ama de casa bien administrada. Y la mejor de las madres.
 
Por supuesto, tenía mi lista de  propósitos personales. Quedaron en el tintero. Primero había que atender a mi familia. Y mantener aseada esta casa que habitamos en obra negra, esa tarea  me agotaba. Aun así, sabía lo afortunados que éramos de tener vivienda propia.  Dejar de pagar renta nos beneficiaba a todos..
 
Bueno… Lo anterior, es historia vieja. La nueva comenzó al faltar mi marido. Luego, los hijos fueron tomando las riendas de sus vidas y llegó la soledad a mi morada. Aclaro: No me asusta vivir sola.
 
La casa ha envejecido conmigo, pero sigue en pie, ofreciéndome su abrigo y ecos de risas, de juegos, de pasos, de apapachos… Y de la esencia de lo ya vivido. Cada uno de sus rincones guarda historias y susurros de los buenos momentos, de cuando la disfrutaba la familia completa, de cuando éramos un puñito de amor. Ahora, en la quietud de sus muros encuentro la fortaleza para seguir, con gratitud, por lo aprendido y curiosidad, por lo que pueda aprender mañana.
 
ISABEL
12/06/25