El mío irremediablemente ha marchado
y quizá debiera guardar su recuerdo.
O trate de olvidar.
Pero, dígame usted…
¿Cómo olvido la luz de su mirada,
su andar tranquilo,
su figura, su voz, su sonrisa.
Si todo eso añoran mis sentidos
y me fortalecían el alma?
Y dígame usted…
¿Cómo olvido sus caricias,
sus generosas manos,
sus placenteros abrazos,
la forma y el sabor de sus labios?
¿Cómo olvido que él era mi refugio,
mi mundo, mi todo?
Yo declaro vivir de su recuerdo.
No puedo ni lo quiero olvidar.
ISABEL
14/02/18
14/02/18
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