A la seis de la mañana
o media para la siete,
el ánimo me sacude
y con voz clara arremete:
—Ya levántate Isabel
que el día entró en movimiento
junto al canto del reloj,
de las aves y del viento.
Sonrío con ilusión.
Dejo la cama enseguida.
Preparo y bebo café,
y listo. ¡A vivir la vida!
ISABEL
07/02/18
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