en la cita convenida,
recuerdo que te decía:
—La noche está despejada.
Bendigo su paz de sombras,
su manto, su luna quieta;
también la apretada lluvia
de frescas corolas rotas
tálamo que incita amores.
Y allí unimos nuestros cuerpos
rendidos al embeleso
rendidos al embeleso
sin el mínimo recato.
Allí vibraba el deseo
y suplicantes mis labios
te pedían más caricias.
Pero, ¿qué pasa? ¡Ay, me muero...!
Soñaba, sólo soñaba.
Desperté sudando frío.
ISABEL.
15/10/17
No hay comentarios:
Publicar un comentario