de fruto noble, con flor de ilusión.
Te lo di enseguida y sin condiciones,
mi amor en plenilunio de pasión.
De pasión, pues con ímpetu y calor
custodiaba el deseo de mimarte;
de sentir tu corazón junto al mío
para vibrar contigo al abrazarte.
Al abrazarte en mis noches y días,
y en ese arco cerrado y diminuto,
exhalar en tu sudor mis aromas
y de algún modo, pagar un tributo.
¿Un tributo a nuestro amor y a la vida?
¡Ay, no sé cuánto o qué es lo que daría,
por volver a cultivar la delicia
de aquel sentimiento... del alma mía!
ISABEL
14/06/15
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