Con ella vibra, ríe y se enamora,
y la procura como la artesana
que dio a su lira alas de trovadora.
Y se complace llevarla a mis sueños
al vergel de mis alucinaciones,
en donde la musa de mis empeños
entreteje con esmero ilusiones.
Musa y poesía, divas supremas.
Al oído me susurran sus cantos.
Y son mis manos, mis dedos y yemas,
los que solfean cuitas y quebrantos.
Aclaro: No soy flor ni soy poeta,
pero sí su entusiasta pretendiente.
Y juego con mi lira que coqueta,
a mi pasión secunda dulcemente.
30/03/12