¿Habrá quien considere saludable
el juego impulsivo de las cosquillas?
¡Martirio...! Lesiona hasta las costillas
esa risa nerviosa e incontrolable.
El espontáneo reír, ¡qué agradable!
Reanima en exhibición o a hurtadillas.
El alma vibra a las mil maravillas
con la abierta carcajada entrañable.
¿Cosquillitas a mí? No, no las quiero.
Lo digo para que nadie se atreva
rascar mi cuerpecito sandunguero.
A una sensación bonita me lleva
la miel de sus besos, su amor sincero.
Y con su risa de ensueño... ¡Me eleva!
Y con su risa de ensueño... ¡Me eleva!
ISABEL
23/02/12
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