Cómo olvidar tu partida.
Fue una fría mañana de diciembre en vísperas a la
Navidad. Dos días después de tu llamada telefónica, de oír la encomienda de tu
saludo “Chacha, ¿todo bien por allá? Ten presente siempre lo mucho que te
quiero.”.
Tu cálida y querida voz en esa ocasión la sentí triste. Y
deseé ser maga y en un tris estar a tu lado, quería abrazarte y llenarte de
besos. Pero controlé la emoción y logré decirte: “Iré contigo muy pronto, antes
de año nuevo, lo prometo, pero también nunca olvides que te amo con todo mi
ser.”.
Esa promesa quedó flotando en el desconcierto, pues tu
cansado corazón, inesperadamente, dejó de latir. Tal vez fue deseo Divino que celebraras esa Navidad,
gozando de eterno descanso.
El caso es que hoy mis abrazos y besos vuelan en
oraciones hasta donde feliz has de estar, mi viejo amado.
ISABEL
17/12/08
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