En la banquita del jardín
que solíamos frecuentar,
hoy me senté a meditar
del amor, su nacer y fin
El nuestro comenzó divino
como una lluvia de estrellas,
me decías frases bellas
embriagantes como el vino.
Que si mis dientes son perlas
que bellísimos mis ojos…
Que al besar mis labios rojos
ansias eran madreperlas.
Y de ti quedé prendada
razonando con candor:
“Es muy bello dar amor
y saberse bien amada.”
Vivimos días de pasión,
noches largas y desvelos,
pero surgieron recelos,
tus dudas… Desilusión.
Después, nada fue lo mismo.
El fuego que consumía
cayó en terrible agonía,
y remató en egoísmo.
¿Qué amar dolor lleva adjunto
y se llora si se ansía?
Los celos no son cosa mía,
pero sí este adiós… y punto.
ISABEL
29/12/08
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