Ayer, al encontrarnos casualmente,
indiscreta mi mirada asomó
por las ventanas de tus ojos
y, ¡ay mi Dios lo que descubro
en sus profundidades!
Tu corazón igual que el mío,
allí guarda el recuerdo de dos besos:
El primero que me robaste
—flor de un amor cohibido—,
junto al último que con dolor te ofrecí,
al adiós de nuestro idilio
que en calma expiraba.
Ayer, al encontrarnos,
no sospechaba lo que hallarían mis ojos
al hurgar dentro de los tuyos.
ISABEL
05/07/19
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