La estación otoñal ya palpita en mi querido suelo. Un
cúmulo de signos de mágicos colores lo van ataviando con presteza, como dulces caricias del cosmos.
Me fascinan los distintos rubores que el sol dibuja en el
follaje de los árboles antes de convertirlo en hojarasca y obsequiarme el goce de transitar por
ella.
¡Ah, qué delicia es aspirar su singular aroma! Y oír su
crujir voluptuoso a mi paso, o al roce y al canto del viento. Me provoca
fantasear... el deseo de vivir un momento íntimo sobre ese quebradizo manto
de hierba seca.
La estación otoñal palpita calma en mi querido suelo.
La vida se desviste, pero promete paisajes majestuosos y crepúsculos para
suspirar y esperanzarse… Para dormir y soñar bonito.
ISABEL
24/10/18