aquí comento…
la voluntad que fluía se trocó en tortura,
en una astilla que hiere mi corazón
con regaños como éste:
—Si en ti pudo brotar ese amor
y con vigor ardía animando tus latidos,
explica por qué se apagó.
¡Cómo permitiste que muriera!
¿Qué decir ante esos sermones?
Nada, absolutamente nada.
Pues aunque mi corazón recuerda
el placer que sentía al amarte,
desconoce los porqués de la despedida
al oponerse a ingerir el adiós
por su amargo sabor a indiferencia,
por su triste olor a lejanía.
ISABEL
30/06/17