mis ojos tan sólo pedían
el don de la caricia ansiada:
¡Un beso, un beso!, repetían.
Pero tus pupilas callaban.
O mi pertinaz insistencia
no supo captar que aceptaban
vivir la atractiva experiencia.
Murió aquella dulce esperanza
al esfumarte de mi vista,
pero subsiste la añoranza...
Vino ahora a pasar revista.
ISABEL
27/09/16
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