Ayer caminé despacio
sobre la cobriza hojarasca que cubre el bulevar de mi rutina. Y a cada paso y a cada movimiento, oía con placer sus crujidos, mientras aspiraba su intenso aroma a otoño.
Atrapada en tan fantástico
rumor, me pensé suspiro sobre las hojas muertas. Esa brisa que susurra, que
gime, que les canta y despliega en el ocre de su piel, nostalgia...
Y me abracé con más fuerza
a su esencia. Y comparé mis añoranzas con esas hojas secas, porque igual maduran y caen
del árbol de los recuerdos, para esparcir su alfombra de plegarias y melancolía.
¡Ah, dulce arrobamiento! Aún recorres mi cuerpo
como diáfana caricia.
Mi corazón late agradecido con la experiencia. Él sabe que en la acústica de la memoria, puede volver a disfrutar tus mágicas vibraciones de musgo y hojarasca.
Mi corazón late agradecido con la experiencia. Él sabe que en la acústica de la memoria, puede volver a disfrutar tus mágicas vibraciones de musgo y hojarasca.
ISABEL
18/12/13.
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