para hablarme de mi amado.
Y me dijera "ha
llorado,
te extraña mucho y te
espera",
sin duda esto le pidiera:
Llévame hasta él, buen
amigo.
Condúceme y sé testigo
del fin de mi desaliento,
que adiós diré al
sufrimiento
si sus brazos son mi
abrigo…
Y eso sería divino
pero, ¿dónde está mi amor?
¿Quién escucha mi clamor,
mi desánimo sin tino?
Parece que mi destino
es vivir obsesionada,
mascullar triste tonada
de amor y desesperanza,
ya que insiste mi añoranza
en reclamarle a la nada.
ISABEL.
05/07/12
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