Mis ojos gozan de la alborada,
del manto de bruma que ha tejido.
Bruma que me envuelve y palidece
igual que un abrazo arrepentido.
Me atrapó la magia de su encanto,
su lienzo en donde mi pensamiento
trazó los recuerdos que corteja
la embelesada musa de mi cuento.
Con manojos de arrumacos de humo
y mi pensar simple y tesonero,
invité a mi amor al desayuno.
Gustamos café con un te quiero.
Sin hacer ruido ni dejar rastro
se marchó esa bruma tempranera.
¡Pero qué linda está la mañana!
dice soledad... Mi compañera.
ISABEL
1/11/24