Hola
Isabel: Es verdad que nunca te he escrito. Sin embargo, me ha puesto
sentimental esta temporada festiva y recuerdos de nuestra edad temprana tomaron
vida.
Recuerdos acaramelados entre aromas a frutos secos, vainilla y canela, recuerdos de Nochebuena en casa de la abuela Lupe. Olores de la gran aventura del viaje en tren. De inviernos que apiñaban las hojas de todo un calendario.
Lentos corren los días en la paciencia de la impaciencia. Pero veloces eran nuestros pensamientos fantasiosos de niña. ¡Soñar! Desde siempre hemos sido grandes soñadoras, pues imaginando, todo hacemos grato mientras transcurren los tiempos de espera.
El momento del anhelado viaje se acercaba y la emoción crecía. El trayecto en tren era lindo, y duraba tres días y dos noches. Tiempo suficiente para saborear el trayecto. Nuestros hermanitos, tú y yo, felices, mamá no tanto. Viajar con tres niños latosos en un reducido espacio como el camarote, creo que resultaba complicado para ella.
Hermosillo en diciembre y enero, es demasiado frío, y la convivencia con la abuela y demás parentela, pasada la Navidad dejaba de ser divertida, tanto, que a diario pedíamos a mamá volver a nuestra casa. Y mientras llegaba ese anhelado momento, nuestros hermanos, tú y yo, iniciábamos los preparativos reuniendo nuestros juguetes; los íbamos guardando junto con algo de las golosinas que nos repartieron el fin de año.
¿Recuerdas? Volvíamos a casa más que felices. El viaje de regreso resultaba mucho más placentero que el de ida, ya que papá nos recibiría en la estación del tren y llegaríamos al hogar la familia completa.
Isabel, es verdad que no acostumbro escribirte, pero me agradó hacerlo… Y creo que lo haré seguido. ¡Feliz Año 2024!
Tu otra yo
27/12/23