de su cautiva existencia,
de un sorbo apuró su dolor
y uniendo voz y sentimiento,
entonó una nueva canción.
Cantó a la vida y cantó al amor,
y a cada nota le puso alas,
alas de luz que su voz ataba.
Voló con su tonada noche y día
refiriendo sus íntimos sueños,
al cielo y a los dioses de los vientos.
Su vida y amor se volvieron suspiros.
Suspiros ávidos de cerrar poemas
con sonrisas que cosquilleen,
igual que los recuerdos gratos
o las caricias del ser que se ama.
ISABEL
02/07/20
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