Esta inquietud, esta ansiedad de verte
y el frío eterno abrazado a mi vida,
congela la esperanza de tenerte
y aflige la ilusión ya entumecida.
Quizá te amé de más o por perderte
es que siento que el alma sigue herida.
Cada anochecer me duele quererte,
duermo poco y despierto deprimida.
Eso cuesta no admitir tu abandono
y llevarlo como culpa o pecado,
pecado de amor que sube de tono.
Sube con la angustia de un condenado
que debe purgar sin rabia ni encono,
la experiencia de amar en alto grado.
ISABEL
31/08/19