renació la primavera
con los soles de sus ojos,
con su risa bullanguera.
Y entre mis brazos halló
la ocasión más oportuna
de acurrucarse y cantar,
su cancioncita de cuna.
Pero, en vez de dormir,
a sus notas se suscita
la inolvidable velada
que mi ánimo así recita:
—A Carolina abracé
y bebí su voz de brisa.
Se iluminó mi mirada
con su pícara sonrisa
y al oír embelesada,
su amoroso "abuelita Isa".
ISABEL
24/03/18
24/03/18
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