El Lago de Pátzcuaro despierta
entre el poema de sus montañas,
de sus islas, de sus pobladores...
Y con las caricias de su cielo.
Lo hace despacio, poquito a poco
saludando a su entorno de vida,
al alba que tiñe su horizonte,
al rey sol en su tenue sonrisa...
A esa mueca la neblina baila
con el vientecillo que la abraza;
galán que entre pausados vaivenes
aspira su esencia. La evapora.
El lago luce como un espejo
y brilla al susurro de sus aguas
bendiciendo la nueva jornada,
a las redes... Y a sus pescadores.
ISABEL
09/08/17
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