Otoño amigo:
Antes de que te marches,
déjame darte un caluroso abrazo por la satisfacción que gocé al respirarte y presenciar tu recorrido.
Además, quiero que sepas que
amé tu donaire y sobrio atavío; tu perfil de pintor de ocasos, de noches de
ensueño, y el aroma a nostalgia conque rodeaste tus días. Que admiré tus rígidos vientos en sus
desolados cantos exfoliantes y también en los de apasionados remolinos donde
bailaban y reían con la hojarasca.
Sí. Te amé en tus soplos de
calma y en tus excesos, en tus intempestivos cambios de humor salpicados de
frío, de lluvia y de intenso sol. Y amo decirte adiós con mi
mejor sonrisa, porque antes de partir esbozaste el halo del espíritu navideño, ese
mágico aliento de amor y de esperanza que hoy nos envuelve.
Confío en recibirte el próximo
año mi querido amigo. Gracias por venir. ¡Buen viaje!
ISABEL.
20/12/16