sobre la ola del destino,
empujados por los gemidos
hasta donde la sombra se hace luz
e ilumina el camino
que nos llevará a la dicha.
Vayamos...
Allí crecerá nuestro tímido idilio.
Y entonaremos el canto
que el ávido deseo solicita
al compás de las palabras
que silenciosas,
aguardan el feliz momento
de poder recorrer
junto con miles de besos,
tu cuerpo y el mío.
¡Vamos ya!
Quiero amar... y morir amando.
Y aún amarte más,
en los espacios infinitos.
ISABEL
26/03/10